xoves, 17 de xullo de 2014

Cuatro cuentos budistas

El Verdadero Milagro

Cuando Bankei estaba enseñando en el templo de Trimón, un monje shinshu, que creía en la salvación a través de la repeticion del nombre del Buddha del Amor, estaba celoso de su gran audiencia y quería tener un debate con él.

Bankei estaba en el medio de un sermón cuando el monje apareció, pero este creó tanto revuelo que Bankei dejó su discurso y preguntó a qué se debía todo aquel ruido.

"El fundador de nuestra secta", empezó el monje, "tiene tales poderes milagrosos que puede mover un pincel a un lado del río, y escribir el sagrado nombre de Amida sobre un papel sujetado por un ayudante en la otra orilla. ¿Puedes tú hacer semejantes cosas?"

Bankei respondió tranquilamente: "Quizas tu líder sea capaz de hacer semejantes proezas, pero ése no es el camino del Zen. Mi milagro es que cuando tengo hambre, como, y cuando tengo sed, bebo."


La taza de té

Nannin, un maestro zen Japonés durante la Era Meiji (1868-1912) recibió a un profesor de la universidad de Edo que había acudido a él para aprender sobre el Zen. 

Durante la entrevista, Nannin sirvió té en la taza de su invitado hasta que estuvo llena, después a rebosar, y continuó sirviendo té. El profesor observó como el té se derramaba sobre la mesa y empapaba el suelo hasta que no pudo aguantarse más, y exclamó: "¡Deténgase, la taza está a rebosar! ¡No cabe ni una gota más!"

"Como esta copa", replicó Nannin, "usted está lleno con sus propias opiniones y especulaciones. ¿Cómo podría mostrarle el Zen, a menos que usted vacíe primero su copa?"


Un regalo para Buddha

En una ocasión cuando Siddharta estaba predicando su doctrina al norte de Rishikesh, un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo y amenazar con agredirlo, pero el Buddha se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando el hombre hubo terminado su acción, se retiró.

Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué dejó que lo maltratara y lo agrediera, a lo que Siddharta respondió con segura tranquilidad: “Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?"

El discípulo contestó: “Si no lo acepto, sería tuyo todavía.”

Entonces Siddharta respondió: "Bien. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no recoger. Simplemente los dejo en los mismos labios de donde salen.”


La bandera

Dos monjes estaban discutiendo acerca de la naturaleza una bandera que ondeaba al viento. "La bandera se mueve", dijo el primero. "No, el viento se mueve", dijo el segundo. 

Sucedió que el abad del templo pasaba justamente por allí en el momento en que ambos monjes discutían. Él les dijo:  “Ni el viento, ni la bandera; la mente se está moviendo”.


3 comentarios:

  1. Interesantes "cuentos" que dan lugar a reflexión. Me quedo con "Un regalo para Buddha". Se representa un situación de protagonismo cotidiano, sin llegar a la gravedad de insultos o amenazas, donde las situaciones solo son importantes cuando nosotros les damos importancia. Creo que es una reflexión que va más allá de poner la otra mejilla. Practicar una autodefensa más allá de la sumisión.

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  2. me gustan, pero si tuviera que escoger me quedaría con "la bandera", puesto que se puede comparar con la participación ciudadana, dado que ambos monjes tenían buenas ideas pero si se pusiesen de acuerdo y entrasen en consenso no se llegaría discusión. Por otro lado la figura del Abad estaría comparada con nuestra labor como profesionales, por que simula la figura del dinamizador, el que pone tregua entre ambos.

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